- En la
Ciudad Blanca, dos siglos después del fusilamiento del poeta y prócer de la Independencia,
aún sobreviven lugares que fueron escenario de episodios claves en su vida.
El amor entre el
poeta Mariano Melgar Valdivieso y su musa “Silvia” tuvo como escenario los
límites del damero colonial de la ciudad de Arequipa. A inicios del siglo XIX, la
calle Santa Teresa (hoy Melgar) era la
ruta hacia el Altiplano. Por esta razón Santa Teresa también era conocida como “calle de Puno”. A través de
esta vía empedrada, en donde se ubicaba la casa del literato y prócer de la
Independencia, transitaban arrieros que movilizaban minerales sobre sus mulas y
comerciantes indígenas con mercaderías de la sierra.
Desde esa zona periférica
(límite noreste), el enamorado Melgar iniciaba su recorrido hacia el extremo
oeste de la ciudad, rumbo a la calle Beaterio, en donde se encontraba la
vivienda de Maria Santos Corrales y Salazar, su amada “Silvia”. Beaterio se ubicaba al finalizar el
puente Real (hoy Bolognesi), la vía que comunicaba a Arequipa con la costa. En
ese sector proliferaron los tambos en donde se comercializaban productos
marinos.
Inspirados en este
recorrido, los miembros de la Asociación de Guías Profesionales de Arequipa
(Asguipa) han elaborado un circuito turístico por los espacios más emblemáticos
en la vida de Mariano Melgar que aún sobreviven en la ciudad. Según Patricia
Oviedo Vela, integrante de Asguipa, este tour
de dos horas, denominado “Por la ruta de Silvia y Melgar”,usa como
excusa el idilio del poeta para dar a conocer a los visitantes una parte de la
historia arquitectónica y cultural de Arequipa.
ESPACIOS OLVIDADOS
La ruta empieza en
el solar en donde se encontraba la vivienda de la familia Melgar Valdivieso. En
el número 418 de la calle Melgar, a pocos metros de bares de medio pelo,
sobrevive un edificio verde con muros despintados. Según el arquitecto William Palomino, el diseño barroco –
neoclásico original de la casa ha sido reemplazado por una fachada con trazos art
nouveau. Al interior funcionan estudios de abogados y la oficina de una bruja,
Saralyd, especializada en amarres y predicciones. La única seña que recuerda que ahí nació
Melgar es una placa de mármol que comparte espacio con afiches publicitarios.
El recorrido
continúa cuadras más abajo, al llegar al convento de San Francisco en donde
Melgar estudió desde los 6 años. Durante la década que pasó con los padres
franciscanos aprendió matemáticas, ciencias básicas y latín.
El circuito reanuda en
la primera cuadra de la calle San Francisco, en donde se encuentra el primer
local del seminario San Jerónimo. El historiador Mario Arce Espinoza señala que
en ese espacio de formación religiosa Melgar a los 17 años se acercó por primera
vez a las ideas patrióticas e independentistas. Actualmente, este edificio está
abandonado por sus propietarios. Los muros de sillar se encuentran sucios y la
puerta de ingreso está cerrada por una reja y un candado.
RUTA DE AMOR Y DOLOR
La ruta sigue por el pasaje de la Catedral,
Santa Catalina, la plaza de armas, los tambos de la calle Puente Bolognesi y culmina en el número 126 de la calle
Beaterio, en donde se encontraba la casa de “Silvia”. En la entrada de este
edificio hay una placa que dice: “Gloria a la mujer arequipeña que
inspira a los poetas con el amor y el dolor”. Dentro de este predio hoy funciona un colegio particular que ya no
conserva el diseño original de la vivienda.
Lo que sí parece inalterable luego de doscientos
años de la muerte de Melgar - que se conmemora este 12 de marzo - es la evocación
romántica que provoca el puente Bolognesi en los arequipeños. En el siglo XXI
esta antigua ruta de arrieros sigue siendo un escenario para citas, promesas de
amor y rompimientos.
Los hombres y mujeres con penas de amor al
asomarse hoy a la baranda para ver el río Chili pueden recibir la misma
inspiración que llevó a Melgar a escribir esta décima: “La cristalina
corriente/De este caudaloso río,/ Lleva ya del llanto mío/Más aguas que de su
fuente. /Llega al mar, y es evidente,/Que el mar, con ser tan
salado, /Lo recibe alborozado/Y aún rechazarlo procura,/Por no probar la
amargura/Que mis lágrimas le han dado”.
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*Una versión de este texto se publicó en El Comercio el sábado 7 de marzo de 2015.
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*Una versión de este texto se publicó en El Comercio el sábado 7 de marzo de 2015.
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