Caylloma a puertas de una desgracia agrícola

miércoles, 27 de enero de 2016

- El 80% de cultivos están en riesgo de no regularizarse lluvias  en próximos 15 días


Cada noche los agricultores del distrito de Lari se pelean por el agua. A partir de las 7 p.m., en la comisión de regantes de este poblado de la margen derecha del valle del Colca, se empiezan a distribuir los roles de riego para los más de 320 usuarios de la zona. Este acto de organización comunal que suele estar lleno de camaradería, ahora se ha convertido en un espacio de discusión debido a la ausencia de lluvias desde hace diez meses. “El agua ya no alcanza y tenemos que priorizar la papa que puede servirnos de alimento y dejar de lado a quienes siembran alfalfa para los animales”, cuenta Edwin Rojas, dirigente de la comisión Lari.

Lari no recibe descargas del sistema de represas así que solo depende de las aguas de manantiales y las precipitaciones del verano. En un año normal, debería llover desde las últimas semanas de noviembre, pero a causa del Fenómeno de El Niño, hasta el 29 de enero de 2016 no había caído ni una sola gota de agua. Como las reservas hídricas ya escasean, un agricultor puede regar sus sembríos de papas cada 30 días, cuando debería hacerlo cada 15. El periodo de hidratación también ha disminuido: antes se regaba hasta por cuatro horas pero hoy las compuertas se cierran antes de las dos horas.

Debido a esto las áreas de cultivo, en donde deberían empezar a brotar, además de tubérculos, habas, arverjas, maíces y otros productos de pan llevar, se han reducido a terrenos eriazos en donde solo sobreviven unos plantones secos. “Las cosechas ya no podrán venderse. Cada planta solo bota tres papas muy pequeñas cuando deberíamos tener al menos diez. Como no hay agua, las raíces están secas como corchos”, dice Doris Panta, una agricultora de Lari que está a punto de abandonar sus tierras para migrar a la ciudad.



La crítica situación de Lari se repite en toda la provincia de Caylloma. Según los reportes de Senamhi, en la estación Chivay se ha registrado solo 22 mm de lluvia en todo enero, cuando lo normal es recibir 103 mm. En Cabanaconde solo ha caído, en todo el mes, 6 mm de precipitación, cuando el promedio mensual debería ser de 100 mm. El estrés hídrico ya provocó la pérdida de 924 hectáreas de cultivo (15% del área agrícola en ejecución) en Caylloma, de acuerdo al reporte de Gerencia Regional de Agricultura. 

Los cultivos destruidos en los distritos de Chivay, Achoma, Coporaque, Cabanaconde, Huambo, Ichupampa, Lari, Maca, Madrigal, Sibayo, Tapay, Tuti y Yanque están valorizados en más de S/. 12 millones 539 mil. Además, Roberto Neyra, director de la Agencia Agraria Caylloma, indica que si hasta la quincena de febrero no se regularizan las lluvias, hasta el 80% de los cultivos pueden afectarse, poniendo en riesgo la fuente de ingresos de casi 10 mil familias. “La pérdida de cultivos también perjudicará a los ganaderos, que pronto ya no tendrán forraje para alimentar a sus animales. El déficit se agravará a partir de abril ya que, como no hay agua, se han dejado de sembrar 4.000 hectáreas, casi el 50% de los terrenos de la provincia”, dice el funcionario.

La falta de lluvias durante este verano también está afectando los paisajes naturales del valle, uno de los principales atractivos para los turistas. Por ejemplo, el anfiteatro de Occolli, una bella estructura formada por andenes incas que maravilla a los visitantes con su verdor y sus caídas de manantiales, hoy se ha tornado amarillento. La misma desolación se observa a lo largo del camino. Además de la flora marchita, a lo largo del profundo cañón solo se ve un famélico río Colca que ha disminuido su caudal a la cuarta parte.

Camino a Yanque, al lado de sus cultivos de habas secas, el agricultor Miguel Chire, con 80 veranos encima, confiesa su más grande temor: “Los gringos vienen al Colca a disfrutar de la naturaleza, cuando esto se convierta en un desierto creo que ya no le importaremos a nadie”.

Fotógrafo clandestino rumbo a la Ciudad Luz

martes, 19 de enero de 2016

- La muestra de de fotografía documental de Jhonatan Segura se expone desde el 18 de enero en París

"El muro". Una comerciante que acaba de ser desalojada de una galería en la calle Álvarez   Thomas del Cercado se resigna ante  la presencia de la Policía. (Foto:Jhonatan Segura)



Al inicio, tomar fotos fue un suplicio para Jhonatan Segura Caballero. Luego de tentar suerte como poeta y realizador de documentales, consiguió un puesto como redactor en un semanario de política y cultura de la ciudad. “Pero acá tú mismo debes hacer las fotografías para tus artículos -  le advirtió su jefa el primer día -. Solo registra lo que está pasando en el momento y no te preocupes”. Pero Jhonatan sí se preocupó: pese a que se había formado como periodista en la universidad, no tenía la menor idea de cómo enfocar el lente de una cámara.

Esas primeras comisiones fueron un desastre. Mientras trataba de recopilar los datos para su reportaje, se distraía disparando a donde sea con una cámara compacta de la que solo conseguía imágenes borrosas. Se comenzó a frustrar ya que, a veces, conseguía escribir un buen texto con datos precisos, pero la foto que presentaba no se condecía con su relato. Otras veces pasaba lo contrario. Cada vez que iba a cubrir una noticia, Jhonatan  ya no sabía si entrevistar a los testigos o seguir haciéndoles fotos hasta que una le saliera bien.

Sin embargo, con el paso de las semanas, le agarró gusto a esa labor que le obligaba a partirse en dos. Empezó a entender que la fotografía no era solo un complemento para sus escritos sino un medio para visibilizar a los marginados. Un día, en ese primer mes como reportero, Jhonatan fue a cubrir el Día de Todos los Muertos en el cementerio de Paucarpata y encontró una escena que debía captar con su cámara: un niño de ocho años cargaba un pesado balde ofreciendo agua para los floreros y oraciones para los difuntos. 

“El pequeño por las justas podía con el peso y tenía los pies llenos de barro. La carga social de esa imagen era tremenda”, cuenta Jhonatan. Disparó su cámara y así comenzó su proyecto para descubrir a aquellas personas que, dentro de sus limitaciones económicas y culturales, se esfuerzan por sobrevivir.

Así nació “Clan-destino”, una serie de 60 fotografías en la que aparecen habitantes de Arequipa, Moquegua y Puno que, en medio de trabajos informales y conflictos sociales, brindan testimonios cargados de dignidad y coraje. Una comerciante que se resigna a ser desalojada por la policía, un vendedor de golosinas que se viste de Papa Noel todo el año, un huelguista aimara que aplaca el hambre con un trozo de cordero, unos pescadores que viajan en bicicleta por la orilla - lejos de casa - para encontrar la venta del día. Todas ellos le contaron sus historias mínimas a Jhonatan y se dejaron retratar dentro de su cotidianeidad, en momentos cargados de complicidad e intimidad.

Las imágenes de “Clan-destino”, luego de exponerse en galerías y espacios públicos de la ciudad de Arequipa, ahora se preparan para partir a París. Del 18 de enero al 5 de febrero de 2016, una selección de las fotos de Jhonatan se expondrá en la Universidad Sorbona Nueva - París 3, ubicada en medio del Barrio Latino de la Ciudad Luz.

“Todas estas personas, aunque no se conocen, forman un mismo clan ya que tienen un destino similar. Pese a sus esfuerzos, siempre estarán lejos del punto de atención, en la periferia”, dice Jhonatan quien también se define como uno de los personajes de su muestra. Un poeta que se metió de periodista, un reportero que empezó a ensayar fotos. Un clandestino más que ahora se prepara para cruzar el Océano Atlántico.

*Una versión de esta nota se publico el 13 de diciembre de 2015 en el diario Sin Fronteras