sábado, 24 de diciembre de 2011


La difícil tarea de ser rojinegro

martes, 29 de noviembre de 2011

- Una crónica del partido en el que Melgar se salvó de la baja al lado de un hincha nostálgico. ¿Qué tan difícil es alentar a un equipo en su posible último partido en primera división?



Este es un partido que Orlando, lamentablemente, tuvo que venir a ver. FBC Melgar, el único club de Arequipa que juega en la categoría profesional del fútbol peruano desde 1971, lucha su permanencia en la primera división ante Alianza Lima, uno de los equipos punteros del campeonato; y Orlando Mazeyra, ingeniero de sistemas de 31 años, escritor e hincha desde los 10 años del equipo rojinegro, ha venido esta tarde de domingo como otros miles de personas al estadio Monumental de la UNSA con la consigna de alentar a su equipo y obtener un triunfo. Porque si Melgar no gana hoy cagan: la pesadilla del descenso, esa que en otras tres ocasiones ha tocado sus puertas, se hará realidad.
Orlando viste un atuendo deportivo (zapatillas negras, short y camiseta como la de los jugadores y una gorrita para cubrirle del sol) aunque en los próximos 90 minutos no vaya hacer ejercicio más que con su garganta gritando y puteando a los rivales, al árbitro y hasta, a veces, a los jugadores de su mismo equipo.
— Uno va al estadio a sacar al loco que tiene adentro. Antes iba a la barra León del sur, saltaba todo el partido, terminaba más transpirado que los jugadores, con eso sacaba piernas, pantorrillas, era como hacer una maratón, ahora no creo que aguantaría ni el primer tiempo — dice mientras esperamos que los equipos ingresen a la cancha.
Hubo una época en la que Orlando era de los hinchas que iban todos los domingos al estadio a alentar al Melgar (a pesar de muchas veces no tener plata para la entrada), de esos fanáticos que se la pasaban saltando y coreando y que solo descansaban en el entretiempo, al igual que los jugadores. “Ahora voy como ‘aficionado’ o sea, los monses que se sientan nomás”, cuenta. Como esos que van a los conciertos de punk y no poguean.
Por el túnel ubicado debajo de la tribuna occidente, donde estamos sentados, el plantel de Melgar ingresa a la cancha entre aplausos y globos lanzados por los aficionados, una seguidilla de cornetazos y una que otra explosión de bombarda se oye también. En este momento en que los 11 jugadores titulares del plantel dominó posan frente al arco para la foto del recuerdo, la parte de la tribuna norte reservada para la barra León del Sur, esa a la cual Orlando se colaba durante su infancia en la década de 1990, luce vacía.
— Estamos tan cagados que el equipo entra y ni siquiera está la barra— comenta fastidiado Orlando a la vez que los fotógrafos de prensa corren hacia el área que da a la tribuna norte para tomar la que quizás sea la última foto del equipo en la primera división.
***
El taxista que trajo hoy a Orlando al estadio le comentó que sería una pena que baje el Melgar ya que así no habría más fútbol profesional en la ciudad. “Pero no es eso lo que importa. Hay periodistas que más estaban pendientes de si subía el Huracán luego de ganar la Copa Perú ya que así se parchaba un equipo con otro, no les importaba el Melgar como equipo, como tradición, con tal que hubiera otro plantel en primera división”, se queja Orlando.
Sin embargo, en la víspera el Sportivo Huracán quedó eliminado en los cuartos de final de la Copa Perú, así que el sueño de los editores de suplementos deportivos de tener en casa partidos de fútbol profesionales todos los fines de semana tendrá que esperar.

Barra El Infierno Rojinegro (Foto: Diego Ramos)
Además de la barra León del Sur (esa que en estos momentos canta: “Llora, llora cagón, llora conchatumare, la putamare que te parió”), Melgar cuenta con los barristas de El Infierno Rojinegro, quienes se ubican en la tribuna oriental provenientes de barrios como San Lázaro, Umacollo, entre otros. Sin embargo, si se suman a los integrantes de estas dos barras no se lograría superar a los hinchas de Alianza Lima que han abarrotado con sus camisetas y banderolas blanquiazules todo el sector de la tribuna sur, que tiene a sus espaldas al volcán Misti.
Es probable que a los aficionados al fútbol en la ciudad, de perder la categoría Melgar, más que presenciar la humillante caída del equipo rojinegro local, les dolería el no tener la posibilidad de ver en el estadio de su ciudad a equipos limeños como Universitario de Deportes, Alianza Lima y Sporting Cristal durante los domingos.
“Ser rojinegro no es fácil tampoco es joda, es ser un buena arequipeño y dejar de lado la moda”, dice uno de los carteles colocados por los del Infierno Rojinegro en la tribuna oriental. Pero en este partido, los llaveritos y gorras de Alianza Lima que se ofrecían a la entrada del estadio, sin duda, se vendieron más que los del Melgar.
Ataca Melgar, el “Torito” Meza Cuadra ingresa al área chica de Alianza encarando a los defensas de frente con el balón, en eso corre hacia la derecha y los rivales le rodean. “¡Ya, patea!”, grita Orlando, pero el “Torito” falla. Alianza recupera la pelota y se viene de contra golpe. Atrás quedan rezagados los jugadores de Melgar. “Parece que no quisieran ganar”, grita otra vez. Roberto Ovelar, el número de 19 de los blanquiazules recibe el balón, corre dentro del área, patea y la pelota golpea la red por el lado derecho. Gol.
Silencio en la tribuna. “Nos jodimos”, susurra Orlando. Uno a cero pierde Melgar a los 20 minutos de primer tiempo. No es fácil ser rojinegro.
***
— ¿Ese es Amilton Prado? — pregunta Orlando a su amigo.
Su amigo asiente con la cabeza.
— ¡Pura vedette eres tú, tramposo! — le grita desde la parte superior de la tribuna occidental al lateral derecho de Alianza Lima que fue ampayado en jugueteos amorosos con una bailarina de cumbia por un programa de espectáculos.
Días antes de este partido Orlando me advirtió que en el estadio el siempre se comporta igual: es malhablado e insulta al rival. A algunos podría chocarle este comportamiento pero eso de ir a sentarse y ver calladito el partido no le convence. Pero las energías a Orlando no solo se le van en desquitarse verbalmente con un rival o reclamarle al árbitro por ciego, ratero y vendido.

Hinchas de Melgar en la Tribuna Occidente (Foto: Diego Ramos)
También en cada gol de Melgar él no duda en reventar sus cuerdas vocales. Como en este gol que se producirá en unos instantes: ataca Melgar, una pelota pateada por los delanteros es repelida sobradamente por el arquero de Alianza George Forsyth, el balón rebota en el área, pero rápidamente Meza Cuadra reacciona y la mete dentro del arco. Todo el estadio se pone de pie.
— ¡Gol, goooooool conchasumare!— ruge Orlando mientras en su mano izquierda sostiene la radio en donde escucha en simultaneo el partido de Universitario de Deportes en Lima contra la Universidad César Vallejo. Partido que de ser ganado por el segundo, podría complicar aún más la situación de su equipo.
Ahora vendrá un autogol de Alianza que le dará la ventaja al equipo local y cierto respiro a los hinchas del cuadro dominó, al menos por unos minutos. “¡Hoy no te voy a fallar, no me falles tú tampoco!”, escribió en su blog Orlando antes de venir al estadio. Pero aún quedan 45 minutos para vivir unas cuantas decepciones.
***
Pasada media hora de comenzado el segundo tiempo el encuentro está empatado 2 a 2 y Melgar cuenta solo con 9 jugadores luego de las expulsiones de Arismendi y Castro para buscar la victoria o resignarse a la baja. En los últimos 10 minutos no he oído salir de la boca de Orlando una sola palabra. “Melgar es un sentimiento, que lo llevo en el corazón, yo daría toda mi vida por ser campeón, vamos león, vamos león”, es el cantico que sale de la tribuna sur al son de los bombos y tambores. A mi lado Orlando observa el partido en silencio, como en un trance.
Hace varios minutos que Melgar intenta anotar el gol que le dé la victoria pero no puede. “Ay, ay, ay”, dice Orlando, lamentándose ante cada intento fallido. Hace un par de años este equipo era imbatible de local, era el cuco al que todo equipo tenía miedo de enfrentar en casa, pero ahora Melgar de local juega temerosamente al contragolpe.
Al minuto 39 después de un centro y una falla del portero aliancista, Edson Aubert cabecea y convierte el gol del triunfo para Melgar. Orlando se vuelve loco y grita hasta quedarse afónico. Los hinchas también se desbandan: algunos saltan la baranda y se meten a la cancha para abrazarse con los jugadores, zurrándose en el control policial; los fotógrafos también ingresan al césped y captan con sus cámaras la celebración anticipada y el llanto de los aficionados luego de la presión liberada.

El gol de la victoria de Aubert (Foto: Diego Ramos)
Faltan 5 minutos para el final pero la suerte ya está echada. “Ya lo vez, y ya lo vez, ya los cagamos otra vez”, gritan los barristas rojinegros. La historia cruel que se intentó escribir esta tarde no sucederá. Los puestos de periódicos de Arequipa amanecerán mañana con titulares alentadores que informarán sobre como Melgar se salvó, otra vez, de la baja una tarde de domingo.
Al terminar este partido se tocarán las notas del himno de Arequipa, se cantará a todo pulmón y la gente celebrará con lágrimas en los ojos como si se hubiera campeonado el torneo nacional o ganado la Copa Libertadores ante un rival imposible de derrotar. Pero en estos momentos en los que el árbitro Víctor Carrillo indica que el partido ya fue, Orlando todavía sufre pendiente a la transmisión de su radio portátil, escuchando en que va el encuentro entre la U y Vallejo que aún no termina. Efectivamente, ser rojinegro no es fácil.



Futbolero a medio tiempo: la fiebre de los Mundiales

viernes, 25 de noviembre de 2011

- Aquí algunas de las razones de un NO FANÁTICO, para que te convenzas de que sí vale la pena ver fútbol una vez cada cuatro años.

De la única vez que asistí a un estadio para ver un partido de fútbol (Perú – Costa Rica en el Estadio de la UNSA en el año 1997), no recuerdo más que los goles que nos fallamos. Pero sí tengo clarito, a pesar de haberlo sólo visto desde mi TV a los 4 años, el instante cuando Roberto Baggio mandó a la mierda la pelota, luego de ejecutar el tiro de penal que haría perder a los italianos la final de USA 94 frente a Brasil. Recuerdo, también a un Zinedine Zidane, aguándoles la fiesta a los brasileros con su pelada cabeza en Francia 98. Y también, tengo en la memoria el momento del 2006, cuando Zidane usó su cabeza (ahora mucho más pelada) para bajarse al insolente de Materazzi en la final contra Italia. Es probable que mis únicos recuerdos futbolísticos de los próximos años, dependerán de lo sucedido en Sudáfrica 2010.

Soy de los que miran fútbol cada cuatro años. El resto del tiempo ni me va ni me viene ver a una tropa de muchachotes sudorosos persiguiendo una pelota. Pero cuando toca Mundial, por treinta y un días me vuelvo loquito fútbol y “agárrense no más”. Lleno mi “fixture”, colecciono toditititos los DVD, revistas, fascículos especiales y postales que salgan. En fin, me da mi ciclo pelotero y cómo buen macho que se respeta: hago predicciones y, más patético aún, apuestas con los amigos; mando a las mujeres preguntonas a la cocina (para que no jodan); me meto la mano dentro del pantalón a la altura de la ingle y me pongo a ver los partidos por la TV. ¿Qué tiene el Mundial que provoca que un apático del fútbol se vuelva fanático en tan pocos días?

Según el escritor mexicano y gran fanático del fútbol Juan Villoro: “El fútbol exige palabras, no sólo las de los profesionales, sino las de cualquier aficionado provisto del atributo suficiente y dramático de tener boca”. Este es mi intento por entender la pasión más “redonda” del ser humano.

La fiesta de todos
“Es lindo vivir un Mundial”, dice suspirando José Apaza Brousset (62), por más trillado que suene, detrás del mostrador de su tienda de alquiler de VHS en La Gran Vía. En 1982, José, invitado por la empresa para la que trabajaba en ese entonces, viajó a España y pudo ver a Perú en su última participación en un Mundial de fútbol. Las calles de Madrid parecían un carnaval: gente vestida de tunos celebrando, las botas llenas de vino pasando de mano en mano y manchando las camisas. El recuerdo del empate 1 a 1 frente a Italia, para Don José está impregnado por el olor a paella. “Perú pudo haber ganado ese partido, estuvimos más cerca de ganar que ellos”, indica como atrapado en el tiempo. Luego, en el siguiente partido, seríamos vapuleados 4-1 por Polonia y eliminados de la competencia con solo 2 puntos. Ahí se acabaría la fiesta para José.

Mientras converso con José, por la radio suena el partido entre España y Suiza. No le prestamos mucha atención a lo que dice el locutor. Luego, del 82 la idea de José era seguir asistiendo a los Mundiales, siempre y cuando Perú participara. “Pero hace 28 años que Perú no clasifica, así que a contentarse con mirar los partidos de otros equipos por televisión”, cuenta apenado. Y claro, se puede estar pendiente de los resultados a la distancia, emocionarse con los goles ajenos, pero no es lo mismo si tu selección no está en carrera por el campeonato.

Sin embargo, existe toda una generación de peruanos (mi generación) que no ha tenido de otra que ver cómo el resto celebra. Sin ningún equipo que nos represente, cambiamos de preferencias como de calzoncillos. Durante este Mundial me he visto fan de Brasil, otro día de Inglaterra, después de Costa de Marfil, Argentina, y otras veces de Japón. ¿Cómo es posible emocionarse en una fiesta cuando no se está invitado? “Nosotros como seres humanos buscamos diversión, una manera de expresar lo que sentimos dentro”, dice José, tratando de ensayar una respuesta sobre nuestro indeciso fanatismo por los logros ajenos

Todas esas emociones acumuladas -alegría, frustración, decepción - las dejamos salir en estas fechas del Mundial. “Las multitudes llenan los estadios ilusionadas por algo que no sólo pasa en la cancha. Gracias al graderío, un partido se carga de supersticiones, anhelos, deseos de venganza, complejos mayúsculos, intrincadas leyendas. El fútbol ocurre en la hierba y en la agitada conciencia de los espectadores”, sentencia el escritor Juan Villoro. A veces, la fiesta del fútbol puede tener significados más allá de los estadios.

Nadie se achica
La radio sigue sonando como telón de fondo de la conversa con Don José. En eso, Suiza le mete un gol a España. El equipo de la nación famosa por sus navajas y relojes, pero no por su fútbol, le está ganando al equipo que saldrá campeón al terminar el campeonato. José calla un rato y luego me dice sonriendo: “Es que Suiza es mejor equipo que España pues”.

Otra de las razones por las que los Mundiales son tan apasionantes es porque todo puede pasar. Nada está definido. El equipo más débil le puede generar problemas al más poderoso. No hay rival chico. Cosa de ver algunos resultados del último Mundial en Sudáfrica para entenderlo: Paraguay, una nación con sólo 6 millones de habitantes puede jugarle de igual a igual a la campeona del 2006 Italia, y sacarle un empate. Serbia una república con 4 años de creación, luego de su separación de Montenegro, le puede ganar 1 a 0 a la tres veces campeona Alemania.

Tengo en la memoria haberme levantado a las 5 de la mañana para ver cómo Ronaldo, Rivaldo y Ronaldinho, se bailaban a los alemanes en Yokohama, durante la final del Mundial Japón – Corea 2002. El 9% de los 190 millones de habitantes de Brasil son desnutridos, según el Instituto de Geografía e Estadística de este país, pero su selección ha ganado más Mundiales que una potencia como Alemania, con ingresos per cápita, según cifras de la UNICEF, superiores a los cuarenta mil dólares. A veces, la dignidad de todo un país puede sostenerse en los goles que encaja dentro del arco del rival. “Cuando los héroes numerados salen a la cancha, lo que está en juego ya no es un deporte. Alineados en el círculo central, lo elegidos saludan a su gente. Sólo entonces se comprende la fascinación atávica del fútbol. Son los nuestros, los once de la tribu”, dice Juan Villoro. Todas las esperanzas puestas en esos pocos escogidos que tratan de que un juego llene de ilusiones a una tribuna. Del fanatismo del momento, de héroes con gloriosas victorias breves: un gol, una atajada magistral, un cabezazo salvador, una levantada de copa. Esos pequeños detalles son los que hacen inolvidables a los Mundiales.

Otra de David vs. Goliat. En 1982 Argentina e Inglaterra se había enfrentado fuera de las canchas deportivas en La Guerra de las Malvinas, por la soberanía de un archipiélago al sur de nuestro continente. El saldo, gracias al puño de hierro de los ingleses: más de 640 argentinos muertos y una derrota militar para Argentina.

En su documental sobre Diego Armando Maradona, el cineasta serbio Emir Kusturica, le pregunta al jugador argentino sobre el significado del gol que le marcó a los ingleses con la mano, la famosa “Mano de Dios”, en el Mundial de México 86, luego de la guerra. Diego contesta: “Nosotros teníamos que salir a la cancha, jugar al fútbol (…) sabiendo que si nosotros sacábamos a Inglaterra, era como una guerra futbolística ganada”. Un partido de 90 minutos como la única alternativa para honrar a los muertos caídos en acción.”Cuando salí gritando el gol con la mano, era como si le hubiese robado la cartera a un inglés”, confiesa el pícaro de Maradona. Argentina ganó 2 – 0 y eliminó a Inglaterra del torneo. ¿Qué mejor revancha para una nación que humillar al rival frente a los 100 mil espectadores del Estadio Azteca y los casi mil millones de televidentes que estaban pendientes de ese partido en todo el mundo?

Culto a la redonda
Hoy los Mundiales son de los pocos acontecimientos que pueden congregar la atención e interés de multitudes que parecen que no concuerdan en nada. “Es obvio que, en esos tiempos de constitución de la sociedad moderna, de ruptura de los vínculos tradicionales, un deporte colectivo tenía ventajas sobre los individuales: hay algo muy fuerte en ese modo de sentirse parte, aliado con otros en busca de lo mismo.
La sensación de armar algo más importante que uno en esa suma: la última tribu”, sentencia el escritor argentino Martín Caparrós, otro fanático del fútbol.

En estos tiempos en que cada miembro de la familia tiene a su disposición su propio televisor, en dónde puede ver el canal que quiera a sus anchas sin ser molestado, o en que descartamos con un solo click los contenidos que no nos interesan en Internet. En un mundo con audiencias cada vez más fragmentadas, el Mundial de fútbol parece ser uno de los pocos eventos que pueden acercar a las familias y hacer chupar hasta morir a los amigos alrededor de una misma mesa.

Estas son mis razones para seguir la fiesta del fútbol, esa que sale de los estadios y se extiende a todos los espacios de la sociedad. Trabajadores que llegan tarde para poder ver un partido completo, restaurantes que ofrecen pantallas gigantes para que los comensales no se pierdan un detalle de las transmisiones. En estas fechas mundialistas, este deporte de peloteros puede convertirse en la última de las grandes religiones. Un culto que se realiza en los 5 continentes del mundo al mismo tiempo y con la misma convicción. Durante el Mundial, Dios, Alá y Buda son redondos, como el balón que rueda por el césped de los estadios repletos de fanáticos ansiosos de gritar un gol.


Regrese el lunes

viernes, 18 de noviembre de 2011

- Una anécdota sobre el director del diario más antiguo de Arequipa

Crédito foto: Diego Ramos Lupo


Don Carlos Meneses Cornejo, director del diario El Pueblo, no acepta practicantes en su redacción, o al menos eso es lo que le acaba de decir al joven universitario que ha entrado a su oficina buscándolo. “Pero si me traes un texto escrito por ti que me guste, puede ser que ingreses”, aclara este periodista de 75 años, nacido el mismo día que Mario Vargas Llosa. “Uno nunca sabe, por ahí descubrimos un talento”, dice sonriendo.

Para Meneses, que nació rodeado de libros, gracias a la biblioteca de más de 3000 ejemplares heredada de su abuelo, un periodista que no lee lo suficiente es incapaz de llegar a escribir bien. “El peor periodismo hoy, salvo honrosas excepciones, se hace en las radios debido a que, como no redactan su información se la pasan ‘moviendo las lenguas’ y diciendo sandez y media al aire”, explica.

Don Carlos no ha publicado ningún libro aún, pero con todo lo que ha escrito a lo largo de sus 56 años trabajando en distintos medios de la ciudad se podrían armar varios volúmenes, aunque él crea que sus textos, debido a la premura que exige este oficio, quizás no trasciendan en el tiempo. Pero, eso le tiene sin cuidado ya que antes que por la fama, el director del diario más antiguo de Arequipa se metió a este oficio para servir a la calle, ahí donde están sus verdaderos reyes: los lectores de su periódico.

Y es a esa calle a dónde acaba de mandar al joven que busca prácticas de periodismo. “Tráeme algo que pase en la ciudad, algún problema de tu distrito en página y media a lo mucho. ¡Y no te lo inventes!”, le indica mientras se despide con la promesa de recibirlo el lunes.


Postre creado por monjas de clausura fue premiado en Festisabores 2011

viernes, 28 de octubre de 2011

- Alejandra Acevedo presentó esta receta de dulce de zapallo originaria de las hermanas del convento de Santa Teresa de Arequipa.

(Foto del postre ganador: José Luis Bustamante)

Una receta originaria de las monjas de clausura del convento de Santa Teresa de Arequipa fue la ganadora en la categoría de mejor postre del concurso “La receta de la abuela”, certamen organizado en Festisabores 2011, con el fin de recuperar antiguos platos de antaño de la cocina local.

El dulce de cabello de ángel hecho con lacayote (una especie de zapallo), piña, naranja, manzana, canela, azúcar y masa hojaldre fue preparado por Alejandra Acevedo, quien obtuvo la receta (proveniente de España) de su hermana María Angélica, una hermana cristiana del movimiento Pro Ecclesia Sancta y estudiante de cocina.

“Las hermanas Carmelitas preparan este postre y mi hermana cuando estuvo preparando su tesis para la escuela de gastronomía tuvo contacto con ellas quienes le enseñaron a preparar el dulce y ella me lo enseñó a mí”, indicó Alejandra.

Según señaló María Angélica, a pesar de que las religiosas suelen ser muy celosas con sus recetas, estas le compartieron el modo de preparar el postre, que ha sido heredado de generación en generación entre las integrantes de la orden cristiana, debido a la gran amistad producida por su investigación sobre la cocina conventual en Arequipa que venía desarrollando.

El proceso de preparación es el siguiente: el lacayote se mete entero al horno y se asa hasta que la textura se ablanda. Luego, se corta en la mitad el zapallo para usar los hilos del lacayote (que se asemejan a cabellos humanos) para preparar una mermelada. Después, el dulce es mezclado con piña, naranja, canela y clavo para rellenar la masa hojaldre o una manzana cocida.

Durante la final del concurso “La receta de la abuela” realizado el día de clausura del festival gastronómico arequipeño que se desarrolló del 20 al 23 de octubre en Cerro Juli, también se premió a Matilde Sucasa Rodríguez quien ganó en la categoría de entradas con un chairo y a Dante Morales Mercado, quien ganó en la categoría de plato de fondo con un sudado de lomo.

*Puedes ver más notas sobre lo que pasó en el Festisabores 2011 aquí.

Libros para cambiar sus vidas

sábado, 17 de septiembre de 2011

- Un colegio de Chiguata de bajos recursos económicos recibirá una biblioteca para que sus alumnos mejoren su educación y tengan más oportunidades en la vida.


A más de hora y media de distancia en carro del centro de la ciudad de Arequipa, se ubica la Institución Educativa Nº40637 Fernando Belaúnde Terry que alberga en sus aulas a más de 130 estudiantes de inicial, primaria y secundaria que habitan en la asociación Espíritu Santo del distrito de Chiguata y en los poblados de Coyamarca y Santa María.

En las aulas de este centro de estudios estatal, además de los textos de trabajo brindados por el Ministerio de Educación, no se cuenta con material de lectura. En algunos salones se tiene libros de cuentos de más de 15 años de antigüedad que debido al uso, se encuentran ajados e incompletos. En otros casos, se usa como material de lectura recortes de periódicos con información sobre medicina natural y hechos deportivos de hace ya varios años atrás.

Por ejemplo, niñas como Alison de 6 años del primer año de primaria, que recién ha aprendido a leer solo tiene acceso a ediciones de 1995, ya deshojadas, de cuentos infantiles como Pulgarcito y El Soldadito de Plomo.

Para Martha Valencia, Jefe de la Biblioteca del Centro Cultural Peruano Norteamericano de Arequipa, el hábito de la lectura es esencial para el desarrollo de las capacidades cognitivas de los niños en etapa escolar. “ Aquel joven que está sentado frente al televisor o la computadora todo el día, deja de hacer un montón de operaciones con el cerebro y este puede llegar a degenerarse si no se le ejercita adecuadamente a través del hábito de leer libros”, dice.

Implementación de bibliotecas

Para desarrollar el hábito de la lectura en los escolares, es necesario que tenga acceso a libros que mejoren sus conocimientos y sus posibilidades de obtener una educación de calidad, además de permitirles soñar y desarrollar capacidades creativas e intereses por diversos temas como la literatura, la ciencia, la tecnología, etc.

Según el informe hecho por Proyecto Recreo analizando el impacto del plan del lector en los estudiantes, señala que se debe reorientar recursos del presupuesto familiar, municipal, regional, nacional, para que cada casa, cada aula, cada colegio, cada distrito, cada región, cuenten con bibliotecas actualizadas y vivas para que nuestros hijos puedan ejercer su derecho a acceder al libro.


En ese sentido, la asociación cultural sin fines de lucro ARTEQUIPA, organizadora la feria internacional del libro de Arequipa y el Proyecto Recreo, organización fundada por el gestor del Plan Lector Nacional, Javier Arévalo; llevará a cabo la campaña “Mi primera biblioteca, mi primer libro”, con la cuál dotarán con cientos de libros a los alumnos del colegio Fernando Belaúnde Terry de Chiguata para que puedan construir su propia biblioteca familiar.

Para lograr este cometido, durante el desarrollo de la Tercera Feria Internacional del Libro de Arequipa a realizarse del 22 de setiembre al 4 de octubre de este, en el stand de Recreo se pondrán a la venta los paquetes de “Mi primera biblioteca”, los cuales contienen 10 obras correspondientes al Plan Lector que ha generado más de un millón de nuevos lectores en los que se incluye estudiantes de primaria y secundaria de todo el país. Por cada uno de estos paquetes de “Mi primera biblioteca” vendidos durante los 13 días de feria, las organizaciones a cargo de la campaña donarán un libro a uno de los niños pertenecientes a esta institución educativa.

Generar oportunidades

El director del Proyecto Recreo, el escritor Javier Arévalo señala que la educación no asegura salir de la pobreza pero nos da una oportunidad de no repetir el mismo círculo vicioso. La lectura constante es un elemento primordial para impulsar la educación en los estudiantes.

Cuando Mario Vargas Llosa recibió el premio Nobel de Literatura dijo que al aprender a leer a la edad de 5 años, descubrió que la lectura le daba la facultad de convertir el sueño en vida y la vida en sueño, poniendo al alcance de ese pequeño hombre que era, ese vasto universo que significa la literatura. Ese universo en el que el capitán Ahab persigue a través de los mares a la ballena blanca Moby Dick, o en el que nos sumergimos junto al capitán Nemo en una travesía de veinte mil leguas de viaje submarino.

De cumplirse los objetivos de Recreo y ARTEQUIPA con esta campaña, es posible que niñas como Alison, gracias al acceso a libros de calidad, puedan empezar a soñar para transformar su vida en algo mejor.

*Las fotos de la visita al colegio aqui.
*Las imágenes que acompañan este texto le pertenecen a Diego Ramos Lupo.



En busca del characato perdido*

domingo, 14 de agosto de 2011

Le preguntamos a un historiador, un sociólogo y un escritor -los tres pertenecientes a distintas generaciones de arequipeños- que nos explicaran algunos de los elementos que configuran la identidad de los jóvenes de la ciudad en la actualidad. Ausencia de referentes locales, pocas perspectivas de futuro y escaso conocimiento de nuestras raíces son algunos de los factores que nos convierten en una sarta de jóvenes desorientados. ¿Qué tan nuestra es ésta Arequipa que pronto cumplirá 471 años de fundación española?

El historiador arequipeño Eusebio Quiróz Paz Soldán en el estudio de su casa (Foto Archivo: Carlos Subia)


-¿Quiénes cantan las mañanitas?, pregunta Don Eusebio detrás de su escritorio atiborrado de papeles.
-La gente mayor supongo – respondo dudando
-No, no, no…los mexicanos – aclara. ¿Tú qué cantas? – repregunta mientras me mira fijamente con esos ojos tan despiertos que sobresalen detrás de las gruesas gafas que lleva puestas.
-¿Feliz cumpleaños? (otra vez dudando)
-¡No, no mentira…tú cantas el japi birdei! – me recrimina
-… (Silencio; y el silencio otorga)
-Ahí está la diferencia – retoma con un tono pausado. No hemos aprendido a cantar en el cumpleaños algo que sea singular, algo propio. Los mexicanos sí lo hacen.

Estoy en el estudio del gran historiador arequipeño Don Eusebio Quiroz Paz Soldán (69 años) toda una eminencia en lo que respecta al estudio de nuestra ciudad. Ejemplo de ello es su libro Visión Histórica de Arequipa 1540-1990 y la monumental Historia General de Arequipa, de la cual es coautor. Aquí me encuentro tratando de encontrar los elementos que conforman la identidad cultural de los jóvenes arequipeños. De esos chicos que prefieren chupar en la calle San Francisco antes que darse una vuelta por una picantería; de los que bailan cumbia en la Dolores o van al Jardín a ver bandas de rock, en vez de escuchar yaravíes; de los que viajan en combi y nunca subieron a un elegante tranvía; de los que siempre vieron en bancarrota al Parque Industrial; de esos cuya única peregrinación religiosa los domingos, es rumbo al cebichito que les cortará la bomba de la noche anterior; de esos que nunca escucharon que nuestra ciudad era la capital jurídica del Perú, pero que sólo se enteraron de los “escandaletes” de tinterillos como Hugo Salas.

“Arequipa tiene una identidad cultural mestiza basada en cinco rasgos: la arquitectura, la gastronomía, el habla popular arequipeña, la religiosidad popular y la música. Los arequipeños nos reconocemos como tales gracias a estos elementos”, explica Don Eusebio, rodeado por los libros de su biblioteca que parecen rebalsarse de los estantes, como indicando que sí los ha leído detenidamente y que no los tiene ahí de finta no más. Pero yo que, como la mayoría de mi generación, he crecido más influenciado por lo que me cuenta la televisión e internet: ¿qué tanto puedo reconocerme en esos elementos que me cuenta el Dr. Quiroz? ¿Qué tan míos son? ¿No será que la falta de referentes culturales contemporáneos, cercanos e interesantes, me ha convertido en un chibolo desarraigado que no sabe de dónde viene ni a dónde va?

Identidad rancia
“Hay una mala lectura de lo que es la identidad arequipeña. Nuestra identidad sigue anclada en hechos pasados e históricos. No estamos teniendo una lectura de la nueva Arequipa”, explica el sociólogo José Luis Vargas Gutiérrez, nacido en la década de los 60's. Arequipa hace tiempo dejó de ser el “León del Sur”, si con las justas nos hacen caso en Lima cuando tomamos una carretera o quemamos una llanta. “Arequipa ha perdido presencia política y mucho más, ha perdido presencia económica. Ya no es la ciudad blanca de limpio cielo azul”, continúa Vargas. Jurídicamente, institucionalmente y en materia de gobernantes, estamos hasta las patas. Hemos sufrido grandes transformaciones y eso reconfigura la forma en que nos vemos como sociedad. El orgullo characato del pasado, foco de revoluciones y cuna de líderes pensadores, ya fue.

Esto sumado a los procesos migratorios desde otras regiones que se vienen dando desde hace décadas, han creado otro perfil del arequipeño actual. Según cifras del INEI: 27% de los más de 78 mil inmigrantes que vinieron a nuestra región entre 2002 y 2007 provienen de Puno, el 25% de Cuzco, el 5,8% de Moquegua y el 4% de Tacna. Gente que trae sus propias costumbres y aspiraciones. Nuevas formas de entender nuestra realidad que, a veces, son incomprendidas y terminan generando enfrentamientos entre “arequipeños” y migrantes con tintes racistas.

“Al ya no tener como referencia a los elementos culturales de antaño que generaban orgullo, nos vemos impotentes ante este fenómeno migratorio, no sabemos cómo reaccionar. Lo primero que hacemos es rechazarlos y decir: Arequipa está malograda por culpa de ellos”, me explica el joven escritor Orlando Mazeyra (29 años), quien en sus relatos (publicados en colecciones de cuentos como Urgente: Necesito un retazo de felicidad y La prosperidad reclusa) ha recreado las calles de Vallecito, los “chupódromos” de la Plaza España o los prostíbulos de la avenida Jesús como una forma de generar identificación con su localidad.

“En casa no nos dieron una identidad verdadera, y si nos la han dado es la del rechazo:; no te juntes con ese cholito, que no te juntes con los de este colegio. Esa identidad de los apellidos”, indica Mazeyra. Al sentir que hay ,aparentemente, un extraño, un intruso, exaltamos lo nuestro a niveles violentos. Como perro marcando su territorio o como joven inseguro que le agarra más fuerte la mano a su enamorada cuando cree que otro se la quiere gilear.

Chibolos insolentes
“¿Por qué no les atraen estos aspectos tradicionales a los jóvenes? Porque no los conocen”, señala convencido el historiador Eusebio Quiroz. En esto también coincide José Luis Vargas, quien además es catedrático de la Universidad Nacional de San Agustín; los jóvenes no saben casi nada de la historia local. La mayoría de sus estudiantes no conocen a los grandes referentes de Arequipa debido a una mala instrucción. “No hay una política educativa que rescate esto, que por lo menos enseñe esto”, dice. ¿Quién de nosotros tuvo un curso de historia de Arequipa en su colegio? ¿Alguien dijo yo?

Se debe ir creando una identidad en los jóvenes. “Pero nadie se preocupa de eso. ¿Quién tiene que crearla? El Gobierno Regional, los municipios distritales, la municipalidad provincia a través de la educación”, dice un poco indignado Don Eusebio. “Es fundamental que haya en las escuelas un curso orientado a darnos un arequipeñismo que no se quede en sabernos de memoria el himno de Arequipa. Eso ya es el rollo barato de los 15 de agosto en el Jardín de la Cerveza”, propone Mazeyra. Por esta carencia educativa es que no dudamos en pintarrajear las paredes de nuestros monumentos para hacernos los bravos, orinar en un poste luego de una chupa brutal o manchar con el humo de las destartaladas combis las calles de nuestro Centro Histórico de la ciudad, consideradas Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO.

“La identidad tiene que ser conocida para ser amada. La identidad son las raíces que tú tienes. Si no las conoces, te da lo mismo ser verde o amarillo”, finaliza Eusebio Quiroz. Pero el amor no puede forzarse, tienen que darse algunas condiciones previas para que lleguemos a enamorarnos de nuestra tierra y no renegar de ella.

¿Me quedo o me voy?
Si la Biblioteca Juvenil Arequipa, esa colección de 10 tomos para fomentar la lectura en los estudiantes, financiada por la asociación civil Cerro Verde y distribuida por el gobierno regional, consta de pura joya del pasado (Jorge, el hijo del pueblo de María Nieves y Bustamante; Peregrinaciones de una paria de Flora Tristán; la poesías de Mariano Melgar): ¿Cómo diablos puede esperar un joven a que le den bola a sus producciones? “No hay mecanismos para que la cultura que promueven los jóvenes se muestre en los medios de comunicación: radio, televisión y prensa”, se queja Mazeyra, quien como joven narrador ha tenido muchas dificultades para poder dar a conocer su obra, esa que cuenta cómo es que entienden el mundo los nuevos arequipeños. “Veo a muchachos que se suben a la C (línea de transporte público) con su guitarra, tocan una canción y ofrecen su CD a la gente que está en la combi. Pucha que valor”, cuenta. Parece que para los jóvenes arequipeños es bien tranca abrirse camino en su propia ciudad.

Por eso a José Luis Vargas le parece importante conocer la visión del joven arequipeño, en relación a las expectativas o sueños de futuro que le ofrece su ciudad. “Arequipa ha ido perdiendo lo mejor de su capital humano en los últimos 30 años, al haber perdido su capacidad para asegurarle al joven que su profesionalización y, por lo tanto, su éxito para la vida está garantizado aquí”, explica. Si no tenemos espacios adecuados en dónde mostrar lo que producimos y pa’ concha ni siquiera nos creemos ese cuento de la Arequipa orgullosa de antaño, no nos queda otra que fugar de acá.

“Hemos seguido con estos procesos identificatorios de ser la capital de la revolución, de la oposición y de la dignidad, pero esto en términos concretos ha ido cerrando las expectativas para las nuevas generaciones”, explica el sociólogo. Pero con sólo sus sueños de revolución, Arequipa no da para más.

Juntos, como saltado de chifa
En fin, hay que ser conscientes de que los tiempos cambian y que no podemos seguir aferrándonos al ideal de una Arequipa que ya no existe, y tampoco podemos tener esa actitud de “me llega Arequipa y su tradición”, como todo buen joven alpinchista de las nuevas generaciones que no cree ni en su mamá. Por trillado que suene: es mejor tener una visión integradora. “Tiene que haber una comunión entre lo que fuimos y el presente. Para robustecer ese pasado con actos que digan: seguimos vigentes, Arequipa sigue siendo cuna de intelectuales”, recomienda Orlando Mazeyra.

No hay a quien “tirarle dedo” por nuestro fracaso como región. Al final cómo enfrentar estos cambios que se dieron en la sociedad arequipeña y cómo hacer de estas diferencias, fortalezas, son cosas que dependen de nosotros y nadie más. “Tenemos una identidad cultural diferente, pero que la estamos cada día mezclando dinámicamente con las demás con las de los migrantes y las de los extranjeros que llegan por los medios de comunicación. No lo rechazamos. Al contrario, estamos abriendo el panorama a una integración con un amplio horizonte”, reflexiona muy optimista Don Eusebio Quiróz.

El reto para esta nueva generación de arequipeños con diversas influencias culturales está en saber cuáles son nuestras raíces para poder relacionarnos con otros y así trabajar en conjunto para la conformación de una nueva Arequipa. Una nueva Arequipa con ciudadanos que tengan una mirada global y no una que se dedique solo a observarse el ombligo.



*Publicado en la Revista Muchapinta Nro. 2
Arequipa, 2010

Identidad y cultura: razones para hacer cine en el Perú

- Ante una sobre oferta de películas producidas en Hollywood vale la pena preguntarse ¿por qué es importante tener producciones que retraten una realidad con elementos y personajes propios de los peruanos?

La cartelera de uno de los multicines más populares de la ciudad de Arequipa para el miércoles 10 de agosto tiene los siguientes títulos: Capitán América (doblada), Capitán América en 3D (subtitulada y doblada), Harry Potter 7 Y Las Reliquias De La Muerte 2, Los Pitufos, Los Pitufos en 3D, Scream 4, Cars 2, El Guardian Del Zoológico, Los pinguinos de papa, Super 8.

Es así que el 100% de la oferta de películas en las 9 salas de dicho cine está conformada por producciones estadounidenses, por lo que las historias y personajes que son mostrados en la pantalla pertenecen a una realidad ajena a los casi 1400 espectadores que pueden entrar en el local.

Sin embargo, el cine como arte que busca comunicar requiere ser cultivado a nivel nacional y local para elaborar un discurso acerca de nuestra realidad, que no tiene nada que ver con las peleas de los Transformers o las hazañas de los superhéroes de la empresa de historietas Marvel. ¿Por qué es necesario producir obras cinematográficas propias, utilizando elementos de nuestra cultura y personajes reconocidos por nuestro público? A continuación algunas señas sobre la importancia de hacer cine en el Perú.

Fortalecer la identidad

El cine puede permitir la compenetración de un individuo con su realidad, a través de las historias, personajes y emociones que el cineasta le comunica en su película. Según Aristóteles Picho, actor de cine y profesor de dramaturgia en la Pontificia Universidad Católica del Perú, el cine es la imagen de un país, de una comunidad

Por esta razón es que el cine sirve como una forma de fortalecer la identidad de un país, al mostrar personajes reconocibles por el público en situaciones cercanas y parecidas a la que ellos día a día viven.
“El actor debe darle identidad a esas historias a través de la vida que le inserta. Por otro lado el director debe contar con claridad la historia para que su mensaje se entienda”, indica Picho.

Asimismo, las ganas de narrar una historia en la pantalla pueden basarse en querer retratar nuestra cotidaneidad. Por ejemplo, para el director de cine peruano Héctor Gálvez, autor de la película “Paraíso”, en la que se cuenta la historia de un grupo de amigos sin rumbo existencial que viven en un asentamiento humano de la periferia de la ciudad de Lima, la razón para hacer cine se basa en querer mostrar a otros lo que conoce y le rodea.

“Mi motivación por narrar proviene de leer los cuentos de Julio Ramón Ribeyro. Me identificaba con sus historias cotidianas, con sus temas que me recordaban a mi antiguo barrio en El Callao y a mis amigos, que paraban en pandillas y estaban perdidos como yo”, dice Gálvez en el libro “Confesiones fílmicas: 12 lecciones de directores sobre cómo se hace cine en el Perú” (Solar, 2010).

Hacer memoria colectiva

Para llegar a una mayor cantidad de público podría hacerse la versión juliaqueña de Transformers (ambientada en calles de la ciudad altiplánica, usando actores de la zona y elementos culturales de la zona para narrar esta historia de robots extraterrestres) y obtener, quien sabe un éxito en la taquilla. Sin embargo, el camino para producir películas que promuevan la identidad no está en copiar fórmulas y esquemas de Hollywood y mezclarlos artificialmente con nuestros elementos culturales.

Para la guionista de cine, televisión y teatro, Lucero Medina Hú, ninguna cultura puede avanzar sin una narrativa sincera e intensa. “Si las historias que cuentas no son historias profundas, propias, representaciones nuestras que fabrican una memoria, entonces no estamos hablando de algo importante”, explica.

Por su parte, la cineasta Claudia Llosa, autora de La Teta Asustada, exitosa película que estuvo nominada a los premios Oscar como Mejor Película Extranjera en el 2010, indica en el libro “Confesiones fílmicas” que su motivación para hacer cine parte de una deber de tratar de entender una problemática que la persigue a nivel emocional e intelectual. Una actitud de no indiferencia para intervenir y transformar su realidad en una historia que haga reflexionar al público.

En el último “Concurso de Proyectos de Largometraje Exclusivo para las Regiones” lanzado en abril pasado por el Consejo Nacional de Cinematografía (Conacine) se presentaron un total de 13 proyectos elaborados por cineastas de Arequipa, La Libertad, Loreto, Junín, Ayacucho y Huánuco. Varios de esos esbozos de película proponían ficciones que se desarrollaban dentro de las realidades conocidas por estos jóvenes realizadores provincianos. Títulos como “La cantera”, “Sevinacuy”o “Yawar Wanka” intentan reflejar elementos propios de estas ciudades del Perú. Tal parece que el afán de querer usar el cine para reafirmar nuestra identidad como sociedad y contar historias que tengan capacidad para compenetrar emocional y culturalmente a la audiencia, ha comenzado a alzar vuelo.

Propulsores del diálogo antes que motores de propaganda

- Analizando cuál debería ser el papel del periodista durante las campañas electorales

El periodista es un mediador, un puente para la construcción de la opinión pública, el encargado de recolectar información interesante y de interés público para ofrecérsela en un empaque atractivo a un público que pueda darle utilidad. Sin embargo, ¿cuál debe ser el papel que debe cumplir un periodista durante una campaña electoral?

Según el periodista del quincenario Encuentro, Rolando Vilca la labor del periodista en época de elecciones debe promover el debate entre los candidatos, comparar la propuestas de gobierno, mostrarle al público quiénes son los candidatos y explicar cómo se viene realizando el proceso electoral en su totalidad.

De esta manera, el elector tendrá acceso a toda la información necesaria para emitir un votos informado y conciente. Dar a conocer información sobre quiénes forman parte del entorno del candidato a un cargo público, de dónde provienen los fondos de su campaña, qué opinión tiene la población sobre la persona que postula a la presidencia, qué tan legítimas son las elecciones; son algunos aspectos que los medios de comunicación deben dar a conocer.

Por otro lado, es cierto que un medio de comunicación y un periodista tienen todo el derecho de apoyar alguna candidatura presidencial, sin embargo, los periodistas no deben tratar de manipular a la población para que elijan por el candidato de nuestra preferencia o la del medio en la que laboramos, a partir de dar información parcializada y mentirosa. Al hacer esto, el periodista pierde credibilidad y, en consecuencia, audiencia.

En ese sentido, el periodista del diario Arequipa Perú21, Gessler Ojeda se pregunta cuán influyentes en verdad son los medios de comunicación durante una campaña, como para pensar que se puede dirigir a la población a favor o en contra de algún candidato. Por ejemplo, durante esta segunda vuelta, Keiko Fujimori tenía de su lado a los diarios del Grupo El Comercio, a América TV, a Canal N, al diario Correo; por su parte Ollanta Humala, tenía de su lado al Grupo La República, a La Primera y a las radios regionales. “?Pero qué tantas personas personas leen El Comercio en Islay? Probablemente, más gente escucha la radio de la localidad”, explica Ojeda.

Por esta razón, más importante que la posición del medio de comunicación en que laboremos o la candidatura a la cuál se esté defendiendo, un periodista nunca debe perder su independencia y tampoco olvidarse de su labor primigenia de informar siempre la verdad de los hechos, así como sucedieron y no como nos convendría que hayan sucedido. Tener en cuenta estos elementos es esencial para el ejercicio ético de la profesión, especialmente en una época crítica como las campañas electorales, en la que los apasionamientos ideológicos tienden a provocar los enfrentamientos y la violencia entre peruanos.

Finalmente, el periodista debe buscar la tolerancia entre la población, el intercambio libre de ideas evitando los ataques y la censura; priorizar las propuestas y planes de gobierno, antes que la polémicas e insultos entre candidatos; ser los encargados de darle las herramientas a la población para el ejercicio de su ciudadanía, a partir de información contrastada y verdadera; y no servir de motor propagandístico a una candidatura, promoviendo la desinformación que nos aleja de ese objetivo esencial del periodismo que es el permitir que podamos entendernos y acercarnos como sociedad, a través del diálogo.