Un arroz con mango morado

domingo, 16 de noviembre de 2008

- Una crónica acerca de la última procesión del Señor de los Milagros

La cuadrilla número 9 de la Hermandad del Señor de los Milagros se prepara para el relevo frente a la Catedral. Las manecillas del reloj indican las 9 y 15 de la noche del viernes 31 de Octubre. En unos minutos más, la procesión del Cristo Morado hará su ingreso a la Plaza de Armas, dónde no sólo se han reunido sus fieles devotos sino también: alegres jóvenes disfrazados para celebrar Halloween; enérgicos religiosos no-católicos de la Iglesia de Cristo, irreverentes cómicos ambulantes y vendedores de chucherías.

Las campanas de la Catedral retumban una y otra vez. Su bamboleo metálico acompaña el paso de tortuga de la marea blanca y morada que sostiene el altar dorado con la estampa de la imagen del Cristo crucificado de Pachacamilla, el cuál recorrerá por última vez en el año las calles de la ciudad de Arequipa.

El humo de los sahumerios, el dolor de las disciplinadas descalzas y el fervor de los adoloridos cargadores del anda del Señor de los Milagros se mezclan con las risas de pequeños niños disfrazados de Spiderman, Blancanieves, el Grinch o Drácula que revolotean junto a sus padres mientras piden caramelos.

Los fieles de la Hermandad - escoltados por las vendedoras que ofrecen velas a 1 sol, carretilleros con manzanas confitadas y algodones de azúcar rosados y verdes- siguen avanzando frente al Portal de Flores con su atuendo de suaves telas moradas y colgantes cuerdas blancas.

Las luces artificiales iluminan el reloj de la Catedral que marca casi las 10 de la noche. Frente al Portal de la Municipalidad, la cuadrilla número 36 espera su turno para sostener las andas de madera. Unos metros más allá los alegres jóvenes evangélicos de la Iglesia de Cristo entonan canciones a favor del amor fraternal y en contra de la celebración del día de Brujas.

El altar sigue avanzando lentamente alrededor de la Plaza. Cerca de la pileta se observa a varios grupos de desinhibidos comediantes de la calle que han logrado amontonar en torno suyo: círculos de peatones que les dan – a veces- una que otra moneda, pero que no dudan en regalar abundantes aplausos y estrepitosas carcajadas.

La marcha religiosa se detiene por un momento frente a las cerradas instalaciones del supermercado “El Super”. Los cantos “Osana, osana en el cielo” entonados por los fieles del Cristo Moreno retumban en las orejas de las voluptuosas adolescentes vestidas de conejitas y de las seductoras diablitas con tridente que - coquetamente – piden dulces a los distraídos transeúntes.

Una vez más, la imagen del Señor se pone en movimiento y la masa - despidiendo una ola de calor que inunda todo el ambiente- apachurra a un grupo de turistas curiosos que toman fotos con su celular, obligándolos a seguir el camino de las cuadrillas. La marea de fieles se aleja por la estrecha Calle Puente Bolognesi diciendo adiós a la Plaza y al cúmulo de personajes que se dieron cita aquí esta noche. La atmósfera por fin se despeja y sólo se oye a lo lejos, en la retaguardia de la procesión: el sonido de los bronces de la banda del Colegio Independencia que corta, a paso de desfile, el viento de la noche.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Eso pasa en Octubre y dedos agiles como los tuyos los escriben. Me gusto la c´rónica aunque odio las procesiones.
Saludos

Zero dijo...

Te jodiste, ahora me copio tu crónica para la tarea de Mendoza xD

PS: Muy buena.