La sacudida de los perales en Tiabaya: una tradición en peligro de extinción*

domingo, 6 de enero de 2013

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- Cada 6 de enero, fecha en que se celebraba la Bajada de Reyes el distrito periférico de Tiabaya era escenario de una fiesta costumbrista en la que se visitaba los huertos de la zona y se cosechaba las peras maduras luego de zarandear las ramas de los árboles. Debido a la aparición de plagas y a la migración hacia otros productos más competitivos, la fiesta fue desapareciendo. Hoy los perales casi ya no existen aunque hay iniciativas del municipio para recuperar esta tradición.

Hace un par décadas, la huerta de más de dos hectáreas de extensión de Don Sixto Paz Velarde estaba llena de frondosos árboles de peras. Sus chacras están ubicadas en el sector de Los Perales del distrito de Tiabaya, en donde antaño se celebraba una tradicional fiesta que consistía en sacudir con fuerza los troncos de los perales, recoger los frutos maduros que caían al suelo en canastas y luego degustarlos en familia junto con suculentos picantes.

Cada 6 de enero, aprovechando el feriado de la Bajada de Reyes, miles de arequipeños viajaban hacia este distrito (ubicado a 8 km. de distancia del centro de la ciudad) - considerado una zona de veraneo por su  clima templado y sus tierras fértiles - y pasaban una mañana de picnic que incluía baile, ingesta de tragos y música en vivo.

“Pero ahora no más han quedado unos ‘cuantitos’ perales que no alcanzan ni para que los vecinos coman”, lamenta esta tarde de viernes Don Sixto de 86 años, mientras cuida sus cultivos de huacatay, apio, porrón, y cebolla que desde 1940 fueron paulatinamente reemplazando a los frutos verdes que antes poblaban las laderas de los cerros que se encuentran entre Alata y Patasagua. Este agricultor le echa la culpa de la desaparición de los perales a la mina de cobre Cerro Verde que opera a unos kilómetros de distancia.  Sin embargo, las razones de la extinción de esta costumbre popular son otras.

PLAGAS Y NUEVOS MERCADOS

El ingeniero agrónomo y presidente de la Asociación Pro Campiña, Carlos Lozada García explica  que debido a la construcción de la carretera Panamericana se empezaron a abrir nuevos mercados para los agricultores arequipeños entre 1930 y 1950, fecha que coincide con el declive de la tradición de la sacudida de perales.

“El mercado limeño empezó a exigir productos como la cebolla roja y ajos que eran mucho más rentables. Además desde las regiones del norte venían frutas de mejor calidad. Debido a estos cambios se empezó a migrar a otros cultivos en esta zona y se dejó de renovar los plantones de peras”, dice el especialista. Otra de las causas fue el desconocimiento técnico de parte de los agricultores para controlar plagas como el barreno y la araña roja que fueron matando los árboles.

Daniel Postigo Salazar, agricultor de 85 años de la zona de Alto del Cabildo, cuenta que poco a poco dejó de ser negocio el cultivo de peras y de otras frutas como el higo, la frutilla y el durazno que también solían sembrar en su tierra natal. “Un peral tarda 9 años en dar fruto mientras que en seis meses ya se podía cosechar una tanda de cebollas. Además, la época de cosecha para las peras solo era de noviembre a enero en cambio las hortalizas se producen durante casi todo el año”.

Cuando tenía 14 años, Postigo recuerda que a cada metro de distancia en los bordos de agua de las chacras se ponían encontrar perales y uno podía ver flotando por las acequias frutos que habían caído de las ramas. Hoy, como un gesto de nostalgia, en sus terrenos  solo mantiene dos perales que a de vez en cuando le dan frutos.  

RECUPERANDO UNA TRADICIÓN

Según el historiador Juan Guillermo Carpio Muñoz  la sacudida de perales tiene gran importancia  ya que fue una de las pocas festividades no religiosas que existían en la ciudad. Aunque no existe documentación al respecto, se calcula que desde la llegada de los españoles ya existía esta fiesta. En el siglo XIX y hasta inicios del XX se hacía a pie o a caballo la peregrinación que duraba toda una mañana de viaje.

“Ese día la gente paseaba por la campiña, en el pueblo se armaban picanterías improvisadas que ofrecían chicharrones y la timpusca de peras (un caldo con carne y verduras), se instalaban nacimientos y todos se jaraneaban sin importar su condición social o barrio de procedencia”, cuenta. Por una suma módica, una familia visitante le pagaba al dueño del peral para samaquear las ramas y disfrutar de las frutas maduras a la sombra de un árbol.

Esta fiesta costumbrista dejó de realizarse, como la describe Carpio Muñoz, desde hace más de 70 años atrás, pero desde 2007 la gestión del alcalde distrital de Tiabaya Miguel Ángel  Cuadros Paredes viene promoviendo la recuperación de esta tradición. Desde hace 7 años, el 6 de enero se realiza una caravana encabezada por los Tres Reyes Magos hacia el sector de Los Perales para sacudir los árboles frutales.  Sin embargo, la poca cantidad de peras hizo que en años anteriores se amarraran con una  soga a las ramas de los árboles frutas compradas en el mercado para simular la antigua sacudida. 

Por esta razón, el alcalde Cuadros Paredes  informa que el año pasado, mediante el financiamiento de la Sociedad Civil Cerro Verde, se sembraron 4 mil plantones y en los próximos dos años se espera repartir entre los agricultores 10 mil más. Al ser estos cultivos injertos, se estima que los 80 productores que se han beneficiado de esta iniciativa empiecen a cosechar el próximo año. Para este 2013 se calcula la asistencia de 4 mil personas en la sacudida de perales que incluirá además una feria de platos típicos y un show con orquesta tropical.

Según el historiador Juan Guillermo Carpio Muñoz la peras tiabayinas eran pequeñas y redondas con un sabor dulce e intenso diferentes a las que abundan hoy en los supermercados y que tienen forma de campana. En las fiestas de ese día también se acostumbraba beber un trago que se llamaba “Los tres reyes magos” que estaba constituido por una capa de vino tinto, uno de aguardiente y otra de chicha de guiñapo. Este potente brebaje se tomaba en un caporal y se usaba una rama de trigo como pajilla para beberlo. 


Mientras esta fiesta costumbrista va tomando fuerza de nuevo, a viejos chacareros como Don Sixto y Don Daniel les queda como compensación,  el alivio de ya no tener que preocuparse de que algún vecino travieso le robe las deliciosas peras de su huerto, la noche previa a la Bajada de Reyes.

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*Una versión de este texto fue publicada el 5 de enero del 2013 en la edición regional de El Comercio Arequipa.

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