- - Durante una tarde de trabajo
acompañamos a los médicos, biólogos y antropólogos forenses
del Instituto de Medicina Legal en Arequipa. Participamos de una
necropsia y visitamos los laboratorios donde se identifica a los
cadáveres NN. Hasta junio del 2013, el 32% de los cadáveres que
ingresaron a la morgue tuvieron como causa de muerte un accidente.
(Foto: Julio Angulo Delgado/El Comercio)
No mide ni siquiera
medio metro pero su pequeño cuerpo ya ha experimentado los dolores de una
trágica muerte. Sobre la fría mesa de metal de la morgue un bebé de solo 20 días
de nacido yace inerte a la espera de que un médico forense empiece con la
necropsia que determinará las causas de su fatal deceso. La mañana
anterior este pequeño fue hallado en una humilde vivienda en el anexo de San
Isidro en La Joya. Ahora, 24 horas después, ha sido trasladado a uno
de los ambientes del Instituto de Medicina Legal (IML) de Arequipa por orden de
la Fiscalía para descartar un asesinato.
“Es común
encontrar casos de asfixia por sofocación ya sea porque al momento de dar de
lactar la madre presiona inadecuadamente al bebé o porque se atraganta con la
leche. A veces también los aplastan cuando se duermen a su lado”, explica
Sandra Apaza Tosocahua, médico jefe del IML en la región.
Según las
estadísticas de la IML - Arequipa hasta junio de este año, de los 314 cadáveres
que ingresaron a la morgue, 101 murieron accidentalmente: 15 por asfixia por
sofocación y 9 por sumersión. Además, 16 de los cadáveres analizados fueron
víctimas de homicidio; 6 murieron por asfixia.
Bajo la supervisión
de la doctora Apaza, la necropsia empieza. El técnico hace un primer corte en
la nuca del bebé para retirar los sesos del interior del cráneo. Una
vez en la mesa, se observa que estos tejidos se encuentran impregnados de una
sustancia amarillenta: probablemente se trate de bilirrubina.
INCOMPATIBILIDAD DE
SANGRE
La bilirrubina es un
pigmento biliar de color amarillo. Se forma dentro del cuerpo cuando los
glóbulos rojos mueren rápidamente. Al ver este detalle, la doctora Apaza señala
que tal vez el niño murió por un cuadro de ictericia patológica, un
aumento de la bilirrubina en la sangre que daña los órganos internos,
principalmente el cerebro. Esto se produce por el intercambio de sangre entre
madre e hijo en el parto. La incompatibilidad entre el tipo sanguíneo del
recién nacido y su progenitora es la causa de este mal.
Los siguientes
cortes con el bisturí se realizan en el tórax y el abdomen. El técnico retira
los órganos internos: corazón, estómago, hígado e intestinos. Una vez fuera,
realiza pequeños cortes para identificar hemorragias internas, pero
no encuentra ningún signo de violencia. Tampoco hay moretones en la piel que
den indicios de que hubo golpes o estrangulamiento.
“El exceso de
bilirrubina se soluciona introduciendo al recién nacido en una incubadora e
irradiándolo con luz ultravioleta. Es probable que el desconocimiento de la
madre no permitiera que se tratara a tiempo al bebé. Además, al ser una familia
pobre que vivía en una zona rural en donde no tenía servicios de salud
cercanos. Pero por más indicios, es siempre necesario descartar algún posible
infanticidio”, explica Apaza.
Antes de introducir
los órganos dentro del cuerpo y coserlo, se sacan muestras de sangre y tejido
para analizarlas en el laboratorio de toxicología y patología y así comprobar
las hipótesis de la doctora. Días después, se sabrá que la muerte de
este bebé engrosará las estadísticas de decesos naturales de este 2013 que
hasta junio pasado llegaban a 141.
IDENTIFICACIÓN DE
PERSONAS
La muerte también se
respira en la oficina de antropología forense del IML. Ahí se guardan los
restos óseos de las personas sin identificar (los NN) encontrados en zona de
construcción, cuyo olor se esparce por toda la habitación en donde el
antropólogo Julio Chuquimia Velásquez y sus colegas trabajan. Ellos determinan
el sexo, edad y perfil biológico de los esqueletos estudiando las dentaduras y
la profundidad del paladar para, en algún momento, ubicar a familiares y darle
nombres y apellidos a estos huesos.
Metros más allá de
las cajas con huesos se encuentra una refrigeradora que almacena dedos de
cadáveres NN. En promedio llegan 7 al mes a la morgue. “Los dedos en estado de
descomposición son introducidos en una solución de glicerina con alcohol para
rehabilitar los tejidos y así poder buscar las huellas digitales en el sistema
AFIS, un escáner que está conectado con la base de datos de la Reniec”, explica
Chuquimia.
El antropólogo Abdón
Alméstar informa que hace 18 meses, cuando recién fue instalado el AFIS en Arequipa,
las búsquedas demoraban hasta un mes. Sin embargo, desde hace tres meses,
mejoras en el sistema han permitido que en solo 5 minutos, se pueda identificar
a los cadáveres.
Actualmente, el 90%
de los cadáveres NN son identificados, disminuyendo así la cantidad de cuerpos
que son almacenados en la oficina de antropología forense. Estos restos humanos
anónimos, si es que los análisis óseos o de ADN no dan pistas sobre su origen,
van a parar finalmente a la fosa común para convertirse en polvo, nada más
que polvo.
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*Una versión de este texto fue publicada el 27 de julio del 2013 en la edición regional de El Comercio Arequipa.
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