Identidad y cultura: razones para hacer cine en el Perú

domingo, 14 de agosto de 2011

- Ante una sobre oferta de películas producidas en Hollywood vale la pena preguntarse ¿por qué es importante tener producciones que retraten una realidad con elementos y personajes propios de los peruanos?

La cartelera de uno de los multicines más populares de la ciudad de Arequipa para el miércoles 10 de agosto tiene los siguientes títulos: Capitán América (doblada), Capitán América en 3D (subtitulada y doblada), Harry Potter 7 Y Las Reliquias De La Muerte 2, Los Pitufos, Los Pitufos en 3D, Scream 4, Cars 2, El Guardian Del Zoológico, Los pinguinos de papa, Super 8.

Es así que el 100% de la oferta de películas en las 9 salas de dicho cine está conformada por producciones estadounidenses, por lo que las historias y personajes que son mostrados en la pantalla pertenecen a una realidad ajena a los casi 1400 espectadores que pueden entrar en el local.

Sin embargo, el cine como arte que busca comunicar requiere ser cultivado a nivel nacional y local para elaborar un discurso acerca de nuestra realidad, que no tiene nada que ver con las peleas de los Transformers o las hazañas de los superhéroes de la empresa de historietas Marvel. ¿Por qué es necesario producir obras cinematográficas propias, utilizando elementos de nuestra cultura y personajes reconocidos por nuestro público? A continuación algunas señas sobre la importancia de hacer cine en el Perú.

Fortalecer la identidad

El cine puede permitir la compenetración de un individuo con su realidad, a través de las historias, personajes y emociones que el cineasta le comunica en su película. Según Aristóteles Picho, actor de cine y profesor de dramaturgia en la Pontificia Universidad Católica del Perú, el cine es la imagen de un país, de una comunidad

Por esta razón es que el cine sirve como una forma de fortalecer la identidad de un país, al mostrar personajes reconocibles por el público en situaciones cercanas y parecidas a la que ellos día a día viven.
“El actor debe darle identidad a esas historias a través de la vida que le inserta. Por otro lado el director debe contar con claridad la historia para que su mensaje se entienda”, indica Picho.

Asimismo, las ganas de narrar una historia en la pantalla pueden basarse en querer retratar nuestra cotidaneidad. Por ejemplo, para el director de cine peruano Héctor Gálvez, autor de la película “Paraíso”, en la que se cuenta la historia de un grupo de amigos sin rumbo existencial que viven en un asentamiento humano de la periferia de la ciudad de Lima, la razón para hacer cine se basa en querer mostrar a otros lo que conoce y le rodea.

“Mi motivación por narrar proviene de leer los cuentos de Julio Ramón Ribeyro. Me identificaba con sus historias cotidianas, con sus temas que me recordaban a mi antiguo barrio en El Callao y a mis amigos, que paraban en pandillas y estaban perdidos como yo”, dice Gálvez en el libro “Confesiones fílmicas: 12 lecciones de directores sobre cómo se hace cine en el Perú” (Solar, 2010).

Hacer memoria colectiva

Para llegar a una mayor cantidad de público podría hacerse la versión juliaqueña de Transformers (ambientada en calles de la ciudad altiplánica, usando actores de la zona y elementos culturales de la zona para narrar esta historia de robots extraterrestres) y obtener, quien sabe un éxito en la taquilla. Sin embargo, el camino para producir películas que promuevan la identidad no está en copiar fórmulas y esquemas de Hollywood y mezclarlos artificialmente con nuestros elementos culturales.

Para la guionista de cine, televisión y teatro, Lucero Medina Hú, ninguna cultura puede avanzar sin una narrativa sincera e intensa. “Si las historias que cuentas no son historias profundas, propias, representaciones nuestras que fabrican una memoria, entonces no estamos hablando de algo importante”, explica.

Por su parte, la cineasta Claudia Llosa, autora de La Teta Asustada, exitosa película que estuvo nominada a los premios Oscar como Mejor Película Extranjera en el 2010, indica en el libro “Confesiones fílmicas” que su motivación para hacer cine parte de una deber de tratar de entender una problemática que la persigue a nivel emocional e intelectual. Una actitud de no indiferencia para intervenir y transformar su realidad en una historia que haga reflexionar al público.

En el último “Concurso de Proyectos de Largometraje Exclusivo para las Regiones” lanzado en abril pasado por el Consejo Nacional de Cinematografía (Conacine) se presentaron un total de 13 proyectos elaborados por cineastas de Arequipa, La Libertad, Loreto, Junín, Ayacucho y Huánuco. Varios de esos esbozos de película proponían ficciones que se desarrollaban dentro de las realidades conocidas por estos jóvenes realizadores provincianos. Títulos como “La cantera”, “Sevinacuy”o “Yawar Wanka” intentan reflejar elementos propios de estas ciudades del Perú. Tal parece que el afán de querer usar el cine para reafirmar nuestra identidad como sociedad y contar historias que tengan capacidad para compenetrar emocional y culturalmente a la audiencia, ha comenzado a alzar vuelo.

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